La verdad de las ficciones

septiembre 25, 2022 § Deja un comentario

Un año y tres meses

Luis García Montero

Tusquets, 2022.

Aunque ya se haya podido hablar y comentar con detalle la última entrega de la poesía de Luis García Montero, Un año y tres meses, no podemos resistirnos a apuntar brevemente la importancia de este fenómeno que ya es otro hito de la extraordinaria producción poética de su autor. Se trata de un libro clave no solo por su importancia intrínseca, sino por la superación de la experiencia real que lo motiva, que interfiere y problematiza los límites de la ficción: el tiempo de la convalecencia y muerte de su ilustre pareja, la querida novelista Almudena Grandes. A esa dura realidad se enfrenta el poeta con estos poemas que logran mantener su propia poética conocida por abominar el patetismo, la irracionalidad o los subterfugios que se alejan de la razón. En este sentido, ha debido ser el libro más difícil de escribir, el libro que jamás sospechó escribir, el libro que más se aleja y a la vez más se une a su Completamente viernes (1998), el cancionero amoroso posmoderno con el que el poeta celebraba el amor, la vida y la conciencia de existir plenamente. Un año y tres meses se convierte en la continuación de ese poemario dedicado asimismo a Almudena, probablemente el más luminoso de la poesía española del siglo pasado. Ambos libros conforman un todo ya, dos partes complementarias. Ambos lo atraviesan el mismo amor, pero distintos secretos. En el primero, la voz poética es la de un sujeto que celebra la conciencia de su amor reciente. Por el contrario, en este nuevo conjunto de poemas el sujeto oculta el secreto de la inminencia de la muerte de su amada.

Por otro lado, Un año y tres meses también ha debido ser el libro más necesario de escribir para consuelo de su autor, de su yo empírico o biográfico. Esa tensión entre el yo literario, propio de la ficción literaria que no deja de ser la poesía, y el yo real extraliterario se extrema en este libro, sin duda. En este sentido, el poema «Últimos pasos» es el más revelador de esta problematización del sujeto lírico (No me atrevo a decir que esto no es un poema, / pero la muerte ahora, lo confieso / y digo la verdad, / no es un asunto literario), pues se formula casi como una de las confesiones poéticas del autor.

Por ello, podemos decir que la máscara de la ficción poética se hace transparente en este libro sin desaparecer jamás, porque entonces el propósito del autor hubiese sido infructuoso. No ha sido así, pero lógicamente las circunstancias personales toman el peso impresionante que tanto nos conmociona a todos los que admiramos la trayectoria literaria de nuestro autor y, por supuesto, de su pareja Almudena Grandes. El hecho de que ambos hayan sido figuras públicas —la gran novelista y el poeta hoy director del Instituto Cervantes— no puede pasarse por alto para los lectores de este libro, no solo receptores de unos poemas, sino cómplices también de su autor en su condolencia. Efectivamente, la pragmática literaria de Completamente viernes no es la misma ahora.

Para continuar con el símil de la máscara como ficción poética podemos decir que Luis García Montero recurre a una formulación imprescindible en su poética: la tradición. En este caso, encontramos en las referencias intertextuales de nuestras letras piezas emblemáticas sobre el dolor ante la pérdida del ser querido a las que García Montero recurre para también sostenerse: el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique o el amigo Joan Margarit en su libro póstumo Animal del bosque. De este último, podemos percibir aquí también una poética que siempre se ajustó de otra manera a la verdad biográfica del autor, de tal modo que era esa verdad la que ha llegado a construir su obra. Paradójicamente, también Un año y tres meses forma casi instantáneamente parte de esa misma tradición elegíaca, pues no hay que olvidar que estos poemas a pesar de concebirse desde la más honda intimidad se han creado para trascender lo puramente privado, para compartir y superar la experiencia personal, es decir, para que cualquier lector pueda identificarse y emocionarse. En esa conciencia colectiva encontramos la meditación moral tras la pérdida de la persona amada, pero también lo que significa amar en esas circunstancias, el valor del cuidado, el valor de compartir los últimos días y permanecer en pie dignamente a pesar de todo. He ahí el valor de este libro de poemas de amor que se enfrenta a la muerte.

Daniel García Florindo

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