Hotel tú, de Iván Onia Valero

octubre 15, 2023 § Deja un comentario

Termino de leer en dos sentadas el último libro de Iván Onia Valero. Asombrado aún de la refrescante experiencia lectora decido, en esta ocasión, escribir directamente en «Aula poemática» algunas consideraciones de esta última y magnífica entrega de un autor ya predilecto en este espacio.

Con Hotel tú (Versátiles editorial, Valladolid: 2023), el escritor sevillano da otro paso de gigante en su laboriosa creación poética y nos hace partícipe de esa conciencia en un texto sin precedentes como es la «Nota de autor», texto liminar que no solo nos introduce en el marco narrativo de las distintas piezas, sino que aborda una luminosa reflexión sobre la concepción poética y, en concreto, sobre el propio libro. Así, el autor se asegura de poner en su debida órbita una serie de textos que difícilmente encuentra un único cajón clasificador. Digamos que encontramos una hibridez entre poemas, poemas en prosa, prosa poética o más bien microrrelatos… No sé, en cualquier caso, son textos que destilan por sí mismos poesía y alta literatura.

Tras sus últimos libros El hijo (de Sharon Olds) (Maclein y Parker, 2018) y Canto a quien (Ultramarina C&D, 2021), Iván continúa reelaborando en su poética proyectos que beben en experiencias lectoras de la tradición moderna americana. Tras Sharon Olds y el mismísimo Whitman, nuestro autor filtra en este último volumen su acercamiento a Charles Simic, el insigne poeta que nos dejó a principios de este mismo año. El propio título ya podría remitirnos al Hotel insomnia del poeta americano. Recordemos aquí la traducción del poema de Simic realizada por María Negroni y Federico Barea:

Me gustaba mi pequeño agujero,
su ventana daba a un muro.
El vecino tenía un piano.
Algunas tardes al mes
un viejo inválido venía a tocar
"Mi cielo azul".

Por lo general, sin embargo, no había ruidos.
En cada habitación una araña con abrigo de piel
cazaba su mosca con redes
de humo de cigarrillo y ensoñación.
Tan oscuro,
que no podía ver mi rostro en el espejo de afeitar.

A las cinco de la mañana, arriba, el sonido de pies descalzos.
La "Gitana" vidente,
que tiene su tienda en la esquina,
va a mear después de una noche de amor.
Una vez, también, el sonido del llanto de un niño.
Tan cerca se oía que, por un momento,
pensé que era yo quien lloraba.

Charles Simic

Hotel Insomnio. (Zindo & Gafuri.  Buenos Aires: 2017)

Pasar de Whitman a Simic tiene su gracia y su lógica. Por ejemplo, el paso natural del desbordamiento del versículo whitmaniano a una libertad formal prosaica. O ya en un plano más profundo o semántico pienso que también pasamos de la potente luz de entusiasmo optimista a las luces artificiales de neón o a las de una nevera casi vacía. Escenarios estos últimos que entroncan también con las pinturas de Hopper (tan querido por Simic) o con el realismo sucio del autor del poema «Ondas de radio», Carver, otro autor del que Iván Onia de alguna manera también se ha podido dejar influir.  

La estructura de este libro tan singular viene dada por una historia marco, una estrategia narrativa que el propio autor explica. Se trata de alguien que observa desde una habitación de un edificio vacío las ventanas del edificio que observa desde su lugar. Con esta idea el autor compone todo un puzle de escenas independientes que a veces se enlazan en otras piezas dejando un hilo tenue hilo narrativo que, sin embargo, permite que cada pieza sea autónoma y se defienda por sí sola. No obstante, se consigue en la diversidad una unidad potente, una construcción de un no lugar donde es posible la magia literaria.

Tras la cita inicial de Simic que alude a la propuesta del libro (el poema en prosa), encontramos el poema «Empieza así» que ya pone en práctica todo lo dicho en la anterior «Nota del autor» y nos anticipa la soledad, la inquietud, las escenas sucias descritas con maestría y elegancia y, sobre todo, el poder simbólico de cada una de ellas. En este primer caso de «Empieza así», por ejemplo, la figura del sujeto poético-narrador-observador es capaz de llevarnos a esa privacidad que supone sentarse en la taza del wáter del hotel donde nos aloja, donde ya no cabe mayor intimidad y libertad al mismo tiempo. Precisamente, esos dos elementos conducen las historias siguientes que nos pasean por diversas situaciones donde los grandes temas como el amor, la muerte o la vida se nos presenta con la mirada poética del clarividente autor.

No pretendo con estas palabras descubrir la magia que encierra cada pieza de este libro. Pero sí invito al lector futuro que lee esta reseña entrar en estas habitaciones llenas de secretos tan ajenos como propios, de una suerte de realismo y magia al mismo tiempo, que nos confunde, nos inquieta y nos aleja para acercarnos mejor quizás a nosotros mismos. Hagan como yo, alójense en Hotel tú y disfruten su lectura.

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