EDITA Nómada

septiembre 12, 2022 § Deja un comentario

Me alegra mucho acompañar a Pedro Sánchez Sanz en la presentación de su libro Hilo negro el día 24 de septiembre en el Encuentro Internacional de Editoriales Independientes EDITA Nómada a partir de las 16.30 h en la sala ANTIQUARIUM de Sevilla. De alguna manera, en Aula poemática se ha entablado una relación con este encuentro de modo natural, ya que en este blog podemos encontrar reseñas dedicadas no solo a Hilo negro, sino a otros libros que también se presentan este año en EDITA, tales como Las realidades efímeras, de Carmen Ramos, o Canto a quien, de Iván Onia. También en Aula poemática hemos dejado testimonio de muchas de las editoriales presentes (Ediciones En Huida, Ultramarina, Maclein y Parker, Versátiles, Wanceulen o Juglar, entre otras). Por todo ello, desde Aula poemática deseamos un feliz encuentro en EDITA y que disfrutéis de esta magnífica iniciativa cultural.

El tejido de la memoria

julio 15, 2022 § 1 comentario

Hilo negro

Pedro Sánchez Sanz

Editorial Juglar, 2022

El último libro de Pedro Sánchez Sanz (Sevilla, 1970) constituye, sin duda, una nueva propuesta de su brillante quehacer poético, un giro significativo hacia una poética en progreso que se ha ido modulando libro tras libro en una interesante trayectoria. Citemos al menos sus tres últimos títulos como ejemplos de una línea poética singular y original: Abisales (Lastura, 2015), Razón de las islas (Anantes, 2017) y Refugio en el vuelo (Chamán, 2019), una tríada que podemos considerar un conjunto lírico inteligentemente cohesionado. 

Con Hilo negro, el poeta emerge de las profundidades abisales, evade el aislamiento de la razón y prescinde del cobijo de las alturas. En esta ocasión la poética del espacio ya no se ubicará en las oscuras profundidades oceánicas, en los salvajes territorios insulares ni en la aérea corriente celeste, espacios simbólicos que han definido cada uno de sus últimos libros, respectivamente. Ahora, el poeta sintetiza todos esos espacios poéticos en uno solo: su propia memoria. Y también viceversa, su memoria construye ese espacio incógnito en cada poema. La reflexión poética conjuga, pues, espacio y tiempo, como se declara en el poema liminar «Lugar» que el poeta engloba bajo el membrete «Un tiempo y un espacio». Este poema despeja la incógnita de una ecuación que formula todo el libro. Aquí encontramos el extrañamiento ante la observación de esas dimensiones entre las que el poeta se debate para reconstruir esos «restos azarosos de nuestra vida» según la cita introductoria de Francisco Brines, que es la memoria, «eso que al fin y al cabo nos resume». También para Pedro Sánchez Sanz la poesía y la memoria obran de la misma ciega manera, es decir, ambas se equiparan y complementan en este libro, pues el poeta experimenta la reconstrucción de ese espacio poético a través de su propia memoria, una memoria trascendida para poder compartirla con el lector que ha de asumir la suya propia. Ese, al menos, entendemos que es su propósito, un deseo que podemos considerar esencial en la propia poética de este libro («Desnudez»), pues el poeta considera necesario la participación de ese lector imaginado para cerrar el acto comunicativo, literario y poético de su obra.

Tras «Un tiempo y un espacio», la estructura del libro continúa con tres partes indicadas con números romanos hasta el último poema «Mundo oculto» que se engloba bajo el título «A modo de epitafio», conformando de este modo su aspecto cíclico. Esta configuración estructural revela de alguna manera un acercamiento formal hacia el poema extenso moderno cuya esencia, al margen del fragmentarismo o la hibridación, se encuentra precisamente en el binomio memoria/escritura. Hubiese bastado prescindir de los títulos de cada poema para unirlos en secuencias como un único poema río, y para interpretar este libro como un auténtico poema extenso moderno, cuyo hilo conductor sería precisamente esa combinatoria de recuerdos y olvidos, hilo negro como el trazo caligráfico de la creación y la recepción poética, cauce principal del libro.

En cualquier caso, Hilo negro puede leerse como uno de esos poemas autobiográficos o de autoexégesis, donde el poeta en primera persona traza un recorrido que simula un viaje de memoria por su formación literaria y una errancia autorreflexiva a través de retrotraídas experiencias vitales, tal y como describe el especialista de este género Juan José Rastrollo, por ejemplo, en el poema extenso Espacio (1941-1954) de Juan Ramón Jiménez, cuya pulsión radica precisamente en que «todo se puede recuperar del olvido, si la memoria lo retiene: a través de ella, lo muerto está vivo; y lo ausente, presente».

Detengámonos ahora en las tres partes centrales del libro correspondientes a ese fluir vital del supuesto poema río que hemos querido vislumbrar.

En la primera parte encontramos el número mágico y genésico de siete composiciones que abarca la etapa inicial de la vida. Desde el nacimiento («Grietas»), ese estado primigenio previo a la luz —símbolo que fundamenta este conjunto— y a la palabra hasta el «Viaje iniciático» donde el sujeto ya es completo poseedor de esa luz prometeica de la conciencia lingüística (literaria), así como del conflicto de la realidad que va a suponer la pérdida de la inocencia, de ese paraíso perdido que es la infancia y que se desarrolla en los poemas más experienciales de esta primera parte («Hilo negro», «Pequeño sátiro» y «Peleas»). Efectivamente, nos encontramos aquí con el poema homónimo del libro que nos ofrece otra clave significativa del poemario aludiendo aquí con Hilo negro a un juego de infancia que igualmente refleja el propio juego poético —tan viejo como el hilo negro— que supone toda la obra. 

En la segunda parte encontramos ocho composiciones iniciadas con el poema «Mudanza» que retoma la idea del viaje con el que finaliza la parte anterior, bisagra perfecta para continuar un viaje ya no iniciático hacia la literatura, sino hacia la conciencia de un tempus fugit o del subterfugio que desafía al tiempo y al espacio. Desde la imagen del sujeto que conduce su vehículo el poeta establece correspondencias trascendentales sobre el no lugar de un fluir constante, una elocuente imagen que desafía las coordenadas del tiempo (memoria y futuro) y del espacio (evocado y en construcción), como «pequeñas muertes nómadas que nos alejan». A esas pequeñas muertes de la belleza del amor («Síndrome de Stendhal»), del calor de la amistad («Primeras nieves») o del existencialismo ante la experiencia de la muerte («Curioso») aluden estos poemas hasta el descubrimiento en el silencio de la propia poesía («Flores del silencio») donde se restituye esas pérdidas o pequeñas muertes que la palabra poética, esa memoria, recupera a su manera. El hilo del viaje continúa ahora en un tren («Pausa de luz»), otro pliegue en el tiempo, donde el poeta hace coincidir el paisaje de la naturaleza exterior con la lectura interiorizada y sosegada de Pessoa. Tras esta pausa solemne, el penúltimo poema de esta parte («Gran hotel») recopila y amalgama en sí mismo las distintas escenas elegíacas que hemos comentado en una actualización del tópico de las ruinas. Con esa mirada nostálgica, el poeta nos describe el edificio que tuvo su gloria en los ochenta como un correlato objetivo de su propia juventud. Esta parte culmina con una composición («Dique seco») metaliteraria donde el poeta expone el conflicto ante el deseo y la contrariedad o dificultad de su creación poética que, paradójicamente, no solo se resuelve en el propio poema, sino que conecta con el último poema del libro («Mundo oculto») al que se refiere como una hipótesis. Se trata de una lúcida estrategia discursiva con la que se cohesiona el libro como una sólida unidad de sentido en sí mismo y que, de nuevo, nos acerca a nuestra propuesta inicial de interpretarlo como un poema extenso de la modernidad.  

La tercera parte se desarrolla en doce composiciones. En la primera («Deconstrucción») nos encontramos un poema clave y sintetizador de la narración lírica del sujeto poético, su simbólica o elemental bio-grafía: niñez (primera estrofa), juventud (segunda estrofa), la importancia de la poesía para asumir y combatir la agonía existencial (tercera estrofa), la conciencia de no haber entendido nada, de desconfianza incluso en la poesía que consagra al fuego (cuarta estrofa) para concluir, finalmente, que ha de cerrar los ojos para empezar de nuevo (quinta estrofa). Por tanto, estamos ante un poema donde el poeta hace borrón y cuenta nueva para cambiar el sentido de su viaje. A partir de ahora el viaje se torna de regreso, un viaje de vuelta hacia el origen del dolor («De raíz») y hacia la muerte en una nueva mirada prospectiva del sujeto que se encuentra en la mitad de la vida («La mitad») consciente de que el pasado convierte la vida en mentira (artificio o ficción de la memoria). El presente del siguiente poema («Presa fácil») tampoco es muy halagüeño, pues ni la literatura puede ser suficiente para combatir «las amenazas invisibles de la macroeconomía y los microorganismos». En «Pan de silencio» reaparece la idea del fértil vacío, el silencio como un oxímoron necesario para reiniciar la creación. De hecho, conviene recordar que el poema inicial de esta sección («Deconstrucción») nos sitúa en ese silencio necesario para que surja la creación poética, algo que ya apareció también en el poema «Flores del silencio». No obstante, ahora ese silencio es el pan que alimenta al lector, no tanto al escritor. Continúa así una alabanza a la poesía, al arte de la literatura que es constante desde ese viaje iniciático con el que terminó la primera parte. En «La memoria inmóvil» el autor recurre de nuevo a una fórmula muy propia a través de una escena narrativa que es en sí una imagen en la que participa el mismo sujeto poético. En este caso la visión de una película forma parte de un correlato objetivo del sujeto con sus protagonistas. De sus fracasos el sujeto aprende a gestionar sus propios recuerdos «para airear los recuerdos, la imagen / desenfocada de todo fracaso». Semejante estrategia escénica se crea en el siguiente poema («Umbrales») que de alguna manera complementa al anterior. En esta ocasión no se proyecta una película, sino las sombras sobre una muralla que provoca el asombro de la voz poética (también en el paisaje de «La huella en el agua»), otro símbolo elemental semejante al silencio ya comentado anteriormente que va conformando un universo simbólico fuertemente cohesionado. Otros motivos simbólicos son los relacionados con la circulación sanguínea (venas, sangre, etc.), las fronteras corporales (piel) o simbólicas (puertas, umbrales) de espacios. En «Desnudez», por ejemplo, encontramos un buen ejemplo. Dentro de las posibilidades interpretativas de este poema tan simbólico intuimos la imagen de un lector con el que el sujeto poético se fusiona (sentimentalmente a través de la palabra compartida) mediante una gota de sangre. «La huella en el agua» en esta línea simbólica conforma una alegoría del propio libro, de la propia creación de Hilo negro, un claro poema metapoético con el que el sujeto poético agradece su creación, haber podido atravesar ese bosque simbólico (Baudelaire), cubierto de nieve (esa superficie blanca y vacía como una hoja de papel, ese espacio del que ya hicimos referencia con relación al poema de Juan Ramón Jiménez).

Para concluir esta tercera parte, el poeta pasa de la métrica libre a dos composiciones en prosa poética complementarios entre sí. Por un lado, en «Pira funeraria» el sujeto imagina cómo será su ritual funerario donde el fuego desintegrará no solo su cuerpo sino todo un desfile de referencias literarias de las que el sujeto se ha nutrido anímicamente. Una despedida en todo orden de este magnífico poema río plagado de intertextualidades. Por otra parte, «Estela» continúa la pregunta anterior, ya no sobre cómo será el funeral del sujeto poético, sino sobre qué marcas podrá cubrir y contar la estela de su vida. De nuevo, la referencia metaliteraria del propio libro como una estela o huella que va concatenándose en el orden «secreto» de cada pieza («La huella en el agua»). En la segunda estrofa, el sentido del título («Estela») pasa a ser el que corresponde al ‘monumento conmemorativo que se erige sobre el suelo en forma de lápida, pedestal o cipo’ para incidir en la idea de la eternidad de la palabra escrita ahora en la piedra a través del personaje presente en la inscripción con la que se inicia el poema (Herennia). Por último, el autor continúa esta idea de trascendencia en la escritura y remata (a modo de epitafio) con el último poema al que ya hicimos referencia cuando lo conectamos con «Dique seco». Efectivamente, se cumple aquella profecía para sintetizar el «Mundo oculto» que el poeta ha revelado a sí mismo y a sus lectores en este impresionante conjunto poético que de nuevo reitero bien podemos entender como un magnífico «poema extenso de la modernidad», como acuñó Octavio Paz. En definitiva, un libro impresionante donde se consigue tejer con hilo negro memoria y literatura.

Daniel García Florindo

Presentación de «Muchedumbre», de Rocío Hernández Triano, y de «La infección de los días» en la Carbonería de la C/ Parras, 2, Sevilla

May 13, 2022 § Deja un comentario

Salvar la poesía, salvar el mundo

abril 26, 2022 § Deja un comentario

La infección de los días. Presentación en Casa del Libro (C/ Velázquez, 8. Sevilla)

abril 26, 2022 § Deja un comentario

Miércoles, 27 de abril, a las 19.00 h.

En esta ocasión me acompañará la poeta Ana Alvea. ¡Allí nos vemos!

La infección de los días. Presentación en Córdoba

abril 20, 2022 § Deja un comentario

Reseña de La infección de los días, por Ana Alvea

marzo 27, 2022 § Deja un comentario

Además de informar en su blog Hallarme yo en el mundo sobre la lectura de mi libro La infección de los días (Cántico, 2021), que tendrá lugar el próximo miércoles, 30 de marzo, a las 19.00 h, en la Casa del Libro (C/ Velázquez, 8. Sevilla), Ana Alvea (que me acompañará para dialogar sobre el libro) escribe también estas reflexiones:

Libro confesional cuyos poemas fechados le otorgan la apariencia de diario. En él se integran lo íntimo y personal con las circunstancias históricas y sociales ( la pandemia de COVID-19 de trasfondo, se inicia en marzo de 2020, cuando se decretó el estado de alarma y confinamiento).

Usa el lenguaje como un puente accesible para comunicar al lector una mirada crítica a nuestra sociedad actual (denuncia ecológica, la explotación, la tragedia de la emigración, la desigualdad , los feminicidios o la crisis económica, entre otros temas), así como sus emociones, ideas y vivencias. Se cuida del retoricismo superfluo, buscando una expresión clara, concisa y esencial, sin abandonar el lirismo. Una propuesta retórica que también nos parece una propuesta política, ir a la realidad en busca de la verdad personal, de la existencia y del mundo.

Inicia el libro el poema «Infección y poética», una declaración de intenciones. En él parece fusionar, y en todo el libro, poesía y vida, al igual que los poetas del Romanticismo, y en ella la poesía es capaz de curar o salvar; coincide igualmente con los románticos en su espíritu de rebeldía , en el propósito de nadar a contracorriente.

En algunos poemas intercala las noticias de los medios de comunicación —ya sea de la radio, prensa o telediario— como un recurso para reflejar la situación social y cómo afecta al sujeto contemporáneo (en el poema In itinere o Desempleo, por ejemplo). No falta tampoco la intertextualidad, la reiterada referencia a Eliot, a su tierra baldía y a su cruel abril; o bien las referencias a nuestra tradición literaria, como el río de Jorge Manrique, versos de Jaime Gil de Biedma; ni a las letras de canciones, como Paint it Black Wild horses.

Desde actos o gestos cotidianos, con suma apariencia de verdad, levanta el poema en el que se desnuda un hombre que se enfrenta a una ruptura sentimental, con toda la crisis y carga emocional que ello implica, elaborando las pérdidas, la soledad y el cambio, pero dispuesto a comenzar de nuevo, con las circunstancias que a todos nos circundan y que hemos tenido y tenemos que afrontar.

No solo hay un testimonio personal y social, sino también reivindicación de un mundo en armonía con la naturaleza, más ecologista, menos violento, y con mayor respeto a los derechos humanos: Yo seguiré regando tu raíz de humanismo. Late una aspiración de nueva vida personal y el sueño de un mundo mejor para todos. En su lectura podemos tocar el dolor que atraviesa, pero infunde luz y esperanza, llegando a ser, como dice el verso del poeta Luis García Montero: Pienso que soy el dueño del minuto que falta.

Ana Alvea

«Cuidado con el día de la poesía», por Luis García Montero

marzo 21, 2022 § Deja un comentario

Recogemos en Aula poemática este artículo de Luis García Montero que nos parece ya memorable. Pueden leerlo aquí.

Reseña de La infección de los días, por Francisco Onieva

marzo 19, 2022 § Deja un comentario

Francisco Onieva escribe esta magnífica hermenéutica sobre La infección de los días en Culturamas. Pueden leerla aquí.

Reseña de La infección de los días, por Antonio Luis Ginés

febrero 27, 2022 § Deja un comentario

Antonio Luis Ginés escribe estas certeras palabras acerca de La infección de los días en Cuadernos del Sur. Pueden leerlas aquí.

  • Libros (poesia)

    La infección de los días, Editorial Cántico, Córdoba, 2021

  • Las nubes transitorias, Editorial Guadalturia, Sevilla, 2015

  • Amanecer en Pensilvania (rapsodias yanquis), Ediciones En Huida, Sevilla, 2014

  • Daniel García Florindo: Cuadernos de Lisboa, Ediciones En Huida, Sevilla, 2011

    Cuadernos de Lisboa (Ediciones En Huida, Sevilla, 2011)

  • Amanecer en Pennsylvania (Cuadernos de Sandua, 69, Córdoba, 2001)

  • Libro traducido (portugués)

    Cadernos de Lisboa (Wanceulen, 2019). Traducción al portugués de «Cuadernos de Lisboa» por Manuel Neto dos Santos.

  • Poemas traducidos (portugués)

    Terceira margem. Cadernos de poesia, 3, Alcoutim (Fevereiro, 2019). Poemas de Daniel García Florindo traducidos al portugués.

  • Libros (estudios y edición)

    Juan Bernier o la rama desprendida (Centro Cultural Generación del 27, 2024)

  • Prólogo y edición: Juan Bernier, Poesía completa (Pre-Textos, 2011)

  • La compasión pagana. Estudio-antología de la poesía de Juan Bernier (Universidad de Córdoba, 2011)